aş-şūm‛a. Todavía cansado después del fin de semana de viaje con los visitantes (pronto habrá un post al respecto, y las fotos prometen), voy a daros más la tabarra sobre algunas cosas de Rabat. Hace unas semanas estuvimos visitando el símbolo, el monumento más reconocible de la ciudad: la torre Hasán. A finales del siglo XII, un sultán (uno de tantos) quiso construir en la ciudad, su capital, la mezquita con el minarete más alto del mundo. El modelo escogido fue el minarete almohade de la mezquita Kutubiya de Marrakech (el mismo que escogieron los artífices de la Giralda), pero cuando murió el sultán nadie continuó las obras. Quedaron en la plataforma unas 200 columnas y la torre inacabada. Es difícil hacer aquí una foto fea…
Siglos más tarde, a finales del XX, los rabatíes construyeron al otro lado de la plaza el mausoleo de Mohammed V, que alberga sus restos y los de sus dos hijos. Al lado de lo otro, a mí me parece una pufa, pero tiene su gracia ver al hombre que recita a todas horas el Corán sentado en un diván junto a las tumbas.
Hoy he dormido 4 horas y ando algo espeso. Espero que las fotos compensen mi especial falta de gracejo:
P.D.: Todavía tengo que convencer a la gente para ir el último fin de semana a Marrakech, aunque sea una matada de 5 horas en tren. Vamos ya más bien pelados de dinero…