martes, 30 de diciembre de 2008

La extrañeza - الغربة

al-gurba. A, corresponsal de este blog allende el Atlántico, dixit:

Me suena que esto ya lo escribí o lo hablé con alguno de vosotros. Tal vez me equivoco. El caso es que, en el extranjero, uno se siente extraño. No me refiero a que se eche de menos el hogar o la ciudad, que también, sino a esas cosas que aunque son iguales que en España, son ligeramente distintas. Llevo un año en Nueva York y me refiero a esto: los edificios siempre tienen puertas giratorias; muchos coches tienen los intermitentes de color rojo; para abrir las puertas, hay que girar la llave hacia el otro lado; en los ascensores, el nivel del suelo siempre se indica con una estrellita junto al botón correspondiente; cuando vas conduciendo, los semáforos están en el extremo más alejado del paso de peatones, no justo antes; las tarjetas no se meten en los cajeros automáticos, sino que se pasan por un lector; los archivadores tienen tres agujeros, ni dos ni cuatro; en las cafeterías siempre hay botes con canela; los quioscos no existen, las farmacias tampoco; y la mayoría de los coches que uno ve por la calle son de marcas totalmente desconocidas.

Al principio es fácil desconcertarse cuando vas al supermercado y cuesta encontrar lo que quieres, bien porque aquí el envase es distinto o bien porque el producto que buscas no se vende en supermercados. Ninguna de esas cosas alteran la vida cotidiana, pero al andar por la calle, al entrar a un edificio o llegar a casa, te sientes un poco desplazado, fuera de lugar, y no puedes olvidarte de que no eres de aquí.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

El banquero - الصرّاف

aş-şarrāf. Como todos sabemos, los banqueros son seres gordos con pelo engominado, puro humeante y pagados de sí mismos. El último al que visité, director de sucursal, nos recibió a mí y a mi padre en una oficina atestada de cestas de Navidad, perniles de cerdo y botellas de tinto sin abrir. Cuando decidió comentarnos, muy ufano él, que en estos días no le cabían los regalos en el coche al volver a casa, mi progenitor chasqueó la lengua y le espetó:

Pues mire usted: yo siempre cuento que, hace muchos años, don Eugenio, un vecino de toda la vida que en paz descanse, era director de una sucursal del Banco Central Hispano. Llegaba la Navidad y le traían tantas cosas que hasta los pavos se le caían vivos por la terraza porque no le cabían en el piso. En esto decidió jubilarse, y ese año no recibió absolutamente ningún regalo. Se lo digo para que no olvide usted que eso son regalos al cargo.

El banquero se limitó a poner sonrisa de mala persona. Comentando la jugada a posteriori, mi santo padre me confesó: Se lo he soltado para que no se subiera mucho, el tontoleche. Sabias palabras, amigos, que, en estos días tan entrañables, queríamos compartir con todos vosotros la Reina y yo. Sed buenos, temerosos y con Dios quedad.

viernes, 19 de diciembre de 2008

La cantante - المغنـّية

al-muganniya. Hace más de un año que os hablé del método Maurer para aprender inglés: menudo sinvergüenza es ese tío. En fin, hoy os voy a hablar de un método con solera: el de Assimil y su El inglés sin esfuerzo. O no, según se mire.


En 1950 hubo un rumano en Francia que quiso utilizar este método en su versión gabacha original para aprender inglés (L’Anglais sans peine), pero, cuando se puso a repetir los diálogos que le proponía el libro, se le hincharon las narices de lo absurdos e insustanciales que eran. Como no podía ser de otra manera. Cualquiera de nosotros, amigos, habría cogido el libro, lo habría tirado a la basura y habría mandado a la mierda al autor, al editor y a todos sus parientes hasta el cuarto grado, qué menos, pero este rumano y tres piedras fue más creativo si cabe: escribió una obra de teatro llamada L'Anglais sans peine.



Básicamente, el argumento consiste en lo siguiente:
  • aparecen los Smith en su casa, charlando animadamente aunque no se escuchan el uno al otro;
  • llegan los Martin a visitarlos y los dueños de la casa los dejan solos un momento: los recién llegados se percatan de que se conocen de algo y, tras muchas preguntas personales, caen en la cuenta de que viven juntos y no se acordaban, aunque es cierto que no se quedan convencidos del todo;
  • viene un bombero muy amable, con casco y todo, y les cuenta a los cuatro lo mal que está la cosa con los fuegos, amén de algunas fábulas de animales;
  • se cabrean todos mucho.


Al parecer, durante los ensayos para su primera representación, el actor que hacía de bombero tuvo un desliz al final de una larga parrafada y, en vez de institutrice blonde, dijo cantatrice chauve. Con ese nombre se quedó la obra: La cantante calva. Si aún no la habéis leído, corred a leerla. Si aún no la habéis visto, corred a verla. El caso es que corráis, vamos. pronominal

lunes, 15 de diciembre de 2008

El error - الخطأ

al-jaţa’. Hace bastantes años ya, tantos tantos que la gente aún llevaba los carretes a revelar, acudí a una fiesta en la que corrían de mano en mano cuatro fotos de una compañera de Derecho. Parece ser que, en la vorágine de alcohol y nihilismo de alguna noche anterior parecida a esa, la susodicha tuvo a bien retratarse con el torso desnudo y cinta aislante en los pezones. No vi yo esas fotos durante la fiesta, pero sí se me acercó la protagonista de las instantáneas, muy lasciva ella, muy rijosa y casquivana, y mantuvimos la siguiente conversación:

     —Hola, Pol. ¿Has visto ya mis fotos en belfas?
     —No me digas, ¿cuándo has estado en el Ulster?
     —(tras una breve pausa) Tú eres tonto, ¿no?


Vaya si fui tonto: aquella noche ya no conseguí verle las belfas a nadie. Los errores así se pagan, amigos.


No sé si el nombre del grupo The Mistake proviene de alguna situación parecida, pero son canarios, me gustan, los he visto en directo, y el guitarrista, médico e intérprete de inglés, francés e italiano, es profesor mío. Se parece físicamente a Carlos Baute, pero no toca mal. La voz del cantante es una mezcla entre Maná y Los Planetas, pero no canta mal. Ahí os dejo la canción La edad de hierro en directo, de cuando actuaron hace poco más de un año en Los conciertos de Radio3:

sábado, 13 de diciembre de 2008

La petición - الطلب

aţ-ţalab. Queridos amigos, me han llegado noticias de que hay quien no forma parte de ese tamtam social gigante llamado Facebook. Imagino que ésa es la razón por la que han sido innúmeros los mensajes de móvil, las cartas, las llamadas telefónicas, las postales, los telegramas y los faxes que he recibido solicitando más y más fotos de Tenerife. Algún burofax ha caído también, y a mis oídos ha llegado algún conato de manifestación en Murcia, en protesta por la falta de información visual acerca de este sitio tan feísimo.

Bueno, en realidad me lo ha pedido mi señor padre, así que ahí va un álbum con fotos de septiembre y octubre (cuando entréis al álbum, pinchad en la primera foto e id dándole a la flecha de la derecha para pasarlas y ver los títulos):

LA PETICIÓN

martes, 9 de diciembre de 2008

El profesor - الأستاذ

al-’ustād. Mi primera intención, para qué ocultarlo, era daros un poco de asco contándoos el puente que me he pegado en un Hawái cercano llamado La Palma, pero es que me he enterado de que ha muerto un grande, un grandísimo. A los muertos, propios y ajenos, los maquillamos en todos los sentidos: que si «era un sabio renacentista» por aquí, que si un poco de colorete por allá, que si otra miaja de oropel verbal por acullá; pero en este caso es verdad: ha muerto un sabio.

Míkel de Epalza era arabista, que no es poco, y fue Premio Nacional de Traducción en 2002 por su traducción literaria del Corán al catalán. Todo eso está muy bien, pero es que, además, este señor era un maestro en todos los sentidos. No he conocido a nadie que pudiera tirarse dos horas y media seguidas destilando perlas —engarzando un argumento con otro, una anécdota tras otra, perdiendo el hilo, sonriendo, quejándose de la edad, retomando de cualquier manera— sobre etimología, historia, lenguaje o lo que ese día se le viniera a la cabeza. Siempre nos regalaba libros sobre los temas más dispares y, al acabar la clase, venía su mujer a por él y se marchaban cogidos de la mano a paso de tortuga, cargando sus libros en sendas mochilas con ruedas. Vamos, que los veías pasear juntos y daban ganas de darles un abrazo chillao, por bonicos. Su última clase magistral, sobre toponimia alicantina, la impartió en un aula rodeado de profesores, amigos y prensa; pero a nosotros, a sus alumnos, nos pagó días antes el autobús que subía al castillo de Santa Bárbara en Alicante y nos la impartió desde allí, con todos los lugares de los que hablaba bien a la vista.

Como todo buen fetichista, intento rodearme de los objetos que me definen: uno de los más preciados, con el que cargo allá donde voy, es su versión de L'Alcorà. Hoy leo la dedicatoria que me escribió hace menos de un año y me brilla dentro algo parecido a oscuridad. De todo se aprende…


Por lo que respecta a la traducción que le valió el Premio Nacional, explicaba con humildad que, aun siendo bilingüe en francés y español y manejándose muy bien en catalán, no dominaba este último idioma como para llevar a cabo la traducción que tenía en mente: literaria ante todo, extensiva cuando fuera necesario, que fuera tan agradable como el original para un árabe. Estableciendo estos principios, dejó que la última palabra en la redacción final la tuvieran dos profesores colaboradores que, sin saber árabe, dominaban a la perfección el catalán y todas las estrofas poéticas posibles en ese idioma. Una pena que nunca fraguara su deseo de formar un equipo para hacer una versión en castellano.

Os dejo la primera azora, la que recitan los árabes como si fuera el Padrenuestro cristiano:

En el nom de Déu Únic, Al·là,
      el Compassiu per excel·lència, el molt Misericordiós!
(1)

Lloat sigui Déu, Senyor de tot i de tots,
      Senyor de l’univers sencer, visible i invisible,
(2)
      el Compassiu per excel·lència, el Molt Misericordiós,
(3)
      l’Amo i Senyor del dia del judici final,
               dia de la religió vertadera,
               dia del judici de la història.
(4)

A Tu sols servim.
A Tu sols preguem.
En Tu sols confiem.
Tu sols ens salvaràs.
(5)

Guia’ns, mostra’ns el camí segur,
(6)
      el camí dels qui vols ajudar generosament,
            no dels qui t’han aïrat en contra seu,
            ni dels qui s’equivoquen.
(7)