lunes, 24 de agosto de 2009

La realidad - الواقع

al-wāqi‛. Hola, amigos. Como sé de buena tinta que al lector medio de este bloque no le interesa ni por asomo el mundo de la interpretación, voy a seguir tratando el tema muy a mi sabor. Para ello, he puesto a trabajar a los seis o siete redactores que escriben en esta bitácora, todos ellos negros y rellenos de nata, para contaros otra batallita y hacer añicos algunos de los pilares de la profesión. Porque lo estáis deseando.


Entremos en harina: el intérprete debe transmitir las ideas, no las palabras, de forma fiel; y sintetizar allá donde pueda, para durar poco y no interrumpir en demasía el ritmo del discurso original. Precioso, ¿no? Pues decidme qué se puede hacer cuando en un municipio cuyo nombre no daré —pero vamos, que hablamos de Cieza—, la concejala de Cultura recibe a sendos grupos folclóricos de Armenia, India y Filipinas con las siguientes palabras:

Muy buenos días y bienvenidos a Cieza. Quiero daros la bienvenida a nuestro pueblo en nombre del ayuntamiento, y bienvenidos también al veintiún Festival Internacional de Folclore en el Segura. Esperamos que os sintáis bienvenidos y muchas gracias por venir a este festival. Aquí estamos acostumbrados a dar una calurosa bienvenida a todas las culturas. Bienvenidos y gracias por venir.

Con mi camiseta raída, mis pantalones piratas y mis gafas de sol a modo de diadema —el intérprete debe ir siempre pulcramente vestido—, di un paso al frente, calculé mentalmente las dimensiones de la sala para proyectar bien la voz y dije Welcome. Y, tras una hermosa pausa dramática, me volví a la concejala para que siguiera. Bueno, no lo hice, pero tentado estuve: aproveché la pintiparada ocasión y añadí florituras varias de mi propia cosecha a lo largo del resto del discurso, todo él del mismo corte y confección artesanal.


El intérprete debe ser imparcial y transmitir fielmente la intención y el tono de quien habla. Eso está muy bien, salvo que actúes de mediador entre, por un lado, un jefe de comedor bisojo y furibundo y, por el otro, un indio guyaratí desaforado:

JEFE.—(A mí, mirándome por el ojo bueno como Dramatic Chipmunk.) Vente, mira a ver qué dice el director de los indios, porque no están comiendo nada ninguno y yo no sé ya qué darles.


YO.—(Al indio.) Hola, dígame cuál es el problema.
INDIO.—Pues que, antes de venir, dimos instrucciones para que supiesen cómo cocinar bien nuestra comida, pero no nos han hecho ni caso y llevamos varios días sin comer. Nos ponen todo el día un arroz blanco soso, sin especias, y sólo nos estamos comiendo las patatas fritas. ¿Por qué no nos han hecho caso?
YO.—Dice que sólo se están comiendo las patatas fritas, pero que lo demás no está hecho como ellos habían dicho.
JEFE.—Coño, es que a mí me dieron una lista con los productos que podían comer y yo me he basado en eso, pero es que no les gusta nada a estos tíos. Yo no sé de dónde coño vienen.
YO.—Dice que están respetando la lista que les disteis.
INDIO.—Pero está todo malísimo y no sabe a nada. Mira, la gente no está comiendo y, por vosotros, tampoco me gusta que estemos tirando la comida. Mañana, por ejemplo, ¿qué nos van a hacer? ¿Habría algún problema en que uno de nosotros entrara a la cocina y le dijera al cocinero cómo cocinar las cosas para que nos gusten?
YO.—¿Mañana qué tienen para comer? ¿Podría entrar uno de ellos a la cocina y decirle al cocinero cómo hacerles la comida?
JEFE.—Uy, claro que sí, y un piso en Torrevieja también les podemos dar, ¿no te jode? (Al indio.) ¡Que tenéis que ser más europeos! (A mí de nuevo.) Además, qué coño, que si viene una inspección y ven a uno ahí echándole cosas raras a la comida, a mí me fríen. (Al indio.) ¡Anda que no vais a pasar hambre por ahí en otros festivales, machote! (A mí.) Pues para mañana tenía encargadas varias pizzas vegetales. Vaya un gilipollas… Díselo, díselo.
INDIO.—¿Qué dice?
YO.—No, que parece ser que es imposible, porque si viene una inspección podrían tener problemas. Mañana hay pizza vegetal.
INDIO.— Bueno, la pizza está bien, pero diles que sin champiñones. Champiñones no. Si puede ser, que sean margaritas, sólo tomate y queso. Si no, mira, que nos hagan sándwiches que sólo lleven tomate, queso y cebolla. Y el pan, que esté tostado, ¿eh?
YO.—(Al indio.) Es que no las hacen ellos, las han encargado. (Al jefe.) ¿Sabes si las pizzas llevan champiñones?
JEFE.—Joder con los señoritos… Yo no tengo ni puta idea, las hacen en la panadería. Mira, yo… éste es el primer año que hago esto y me está desbordando, en serio te lo digo.
YO.—Nada, hombre, no pasa nada. Mira, dice que, si no, les podéis hacer unos sándwiches que sólo lleven tomate, queso y cebolla, y ya se apañan.
JEFE.— Mira, que les den por culo. Ya sé lo que voy a hacer: comen patatas fritas, ¿no? Pues los voy a inflar a patatas fritas. ¿Que comen sándwiches de tomate, queso y cebolla? Pues les hago los sándwiches todos los días y a tomar por culo. (Al indio, marcando las palabras.) ¡Que os den por culo, hombre ya…! ¡Me voy!
INDIO.—¿Qué ha dicho?
YO.—Nada, que no hay problema, que va a hacer todo lo posible.

Podría contaros más historietas que demuestran que un intérprete está para un roto y para un descosío, como cuando tuve que hacer de pivote entre la intérprete armenia y la entrevistadora española de Thader TV, o como cuando tuve que bailar con los indios en una especie de conga infernal para animar al público, o cuando en la prueba de sonido interpreté impertérrito frases tan diáfanas como ponme aquí un 58 para las bajas frecuencias, más graves en el 2, más réver en el vocal y más volumen en los monitores, o cuando tuve que poner mi coche para que varios armenios que vivían en Cieza pudieran viajar al festival con sus compatriotas en el autobús; pero ésas son otras historias y deben ser contadas en otra ocasión.



P.D.: Al menos, conseguí que una armenia me escribiera mi nombre y primer apellido en su alfabeto, que oye, nunca está de más:

lunes, 17 de agosto de 2009

El tiempo - الزمن

az-zaman. 1989, 1999 y 2009. La urbanización sigue ahí. Las toallas no. Nuestra lozanía tampoco.