domingo, 11 de mayo de 2008

El contrato - العقد


al-‛aqd. Hola, amiguitos. Hoy os tenemos preparada una bonita historia aleccionadora, un delicioso cuento ejemplar para que podáis actuar en todo momento como esos benditos seres a los que todos admiramos sobremanera: los juristas. Si no me equivoco, esta historia salía ya en El conde Lucanor, así que nuestra misión ha consistido básicamente en falsear nombres de personas y ciudades:


Imaginaos que, allá por el año de Nuestro Señor de 1008, tras una gran noche de farra por, digamos, Alicanto, un grupo de mozalbetes amanece en casa de un amigo común que responde al nombre falso de Cazorlo. Haceos una idea de la opípara cena de la noche anterior, de la explosión de sabores, de la cita con el placer a la que estos buenos mozos fueron invitados. Haceos cargo de los deliciosos mojitos que paladearon con fruición, de los maravillosos cócteles que degustaron una y otra vez. Como si el mañana no existiera, Carlos. Del final de la noche no os imaginéis nada porque fue una mierda, pero con todo y con eso, concentraos en el dulce despertar, en la amistad bien exaltada y el desayuno compartido en alegre compañía. Con mente clara y limpia, advertid la franca camaradería del momento. ¿Tenéis todo eso en la cabeza? Pues entonces llega Cazorlo y saca unos contratos… Es en ese momento cuando debéis tener más templanza, amigos, y sacar a pasear vuestro leguleyo interior.

NOTA: El protocolo estándar que recomiendan los manuales al uso es el siguiente: uno, lavarse los dientes cuatro veces para permanecer el mayor tiempo posible fuera del alcance de quienes quieren contratar contigo; dos, pasar el resto del tiempo fingiendo hacerte la maleta; y tres, huir.

Mientras sus iguales y camaradas firmaban todo papel que les caía en las manos sin apercibirse de a qué se obligaban, uno de los que allí estaban, un fiel discípulo de Ulpiano que no veía escapatoria, un Savigny redivivo al que llamaremos Pul, mantuvo esta conversación con Juancarlis, el socio de Cazorlo:

      —Bueno, pues dadme algo que me lea, a ver qué es…
      —Pero, ¿de verdad te vas a leer todo eso?
      —¿No me estás pidiendo que lo firme?
      —La hostia, macho…

Manteneos firmes, amiguitos, no os dejéis llevar y perseverad. Mientras Juancarlis explicaba al valiente Pul que el producto incluía un seguro de viajes buenísimo, Pul buscaba infructuosamente la referencia al seguro de viajes en el contrato.

      —¿Eso del seguro dónde lo pone?
      —En esta hoja de información que tengo yo aquí.
      —¿No lo pone en la hoja que voy a firmar?
      —No sé, creo que no.
      —Mmm…

¡Bendito Pul! Cuánto intentó no ser arrastrado, cuánto peleó por zafarse de la presión de sus iguales y no ser un lemming a la carrera, mas todo fue en vano: al fin, sucumbió. Sin tener muy claro si aquello era anulable o si se estaba obligando a algo, con el alma cansada y el honor vencido, se dispuso a estampar su firma en el contrato; pero hete aquí que entonces se hizo cierto aquello de que Dios está con los constantes, con los que tienen paciencia:

      —En fin, Juancarlis, dónde hay que firmar…
      —Venga, dame tu DNI que vaya rellenando esto.
      —Pero si mi DNI lo tengo en Murcio. ¿Te vale el carné de conducir?
      —¿No tienes el DNI en serio?
      —Mmm, no… ¿De verdad no te vale el carné? Es un documento acreditativo también…
      —Mierda, no, sólo podemos tomar datos de un DNI original. Después de todo el rollo…




Éste ha sido nuestro cuento didáctico de hoy, amiguitos. Aprended a decir que no, leed todo lo que vayáis a firmar y vended vuestra rúbrica como si fuera oro, por mucho que os presione el ambiente, por muchas prisas que os quieran meter o por mucho que se cachondeen de vosotros. Nada más. Sed buenos, temerosos y con Dios quedad.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta que uno de los tags que has empleado sea "sinvergüenzas".

Ojo que te ofrecían un seguro de viajes, que no es lo mismo que un viaje seguro, igual que un ilustrado ejemplar no es lo mismo que un ejemplar ilustrado.

He visto que me has escrito pero yo estaba comiendo, y cuando he vuelto ya habías desaparecido, Harry Potter.

Paul Spleen dijo...

Es el tag que empleo para vosotros, amiguitos. Mira, si no, en el post del Decano. ;o) Pensé en usar «maleantes», pero me quedé con la diéresis.

K dijo...

Digamos que Cazorlo te estaba ofreciendo un sueldo de ésos del Nescafé para toda la vida; digamos que lo hacía por pura exaltación amical y trastornado por el cubatil desmadre; digamos que eres el único del grupo que no va a ver ni un céntimo ni un euro; digamos que por ser perseverante, Pul, te la han metido de aquí a Estampul... Ay, se te iba a quedar una cara de Ulpiano que... tres piedras.

Chexpirit dijo...

Como ya he dicho en el twitter, estoy recogiendo firmas para acabar con las recogidas de firmas.

Anónimo dijo...

Si “K", sueldo para toda la vida… Kazorlo (ser especialista creado por profesionales en circuito cerrado) es ultra-solidario.

Si tuviera beneficio lo firmado, primero hubieran firmado otro, acordando ir a medias del beneficio por firmar. (todo con membrete de empresa euroinfinituda)… la parte contratante de la.....

Lo mágico: “sólo podemos tomar datos de un DNI original"
¿No te sabes tu dirección? ¿Tu firmas sin mirar, y ellos no se fían de que les des bien tu dirección? Claaaro todos sabemos que Pul lleva el de conducir falso por si salen pólizas que firmar y tal…… maaaadre mía, el resto van al trullo.

¿Kazorlo tiene fotocopiadora en su ficticia casa de Alicanto?

Anónimo dijo...

No sé si es por mi lejana ascendencia francesa, pero al leer tu cuento he tenido un “déjà vu”.

Una vez conocí a un tal Cazorlo, me contaba que venía de una isla llamada Utopía donde no se pagaban impuestos, únicamente se cobraba por ser gurú del yoga. Hubo muchas más historias que jamás creeríais, pero no habría espacio suficiente en este comentario.

P.D. Seguro que habrá algún listo que me corregirá el comentario (esto es como poner en un correo en la radio: “a pesar de saber que no se va a leer…”)

Alejandra dijo...

Lo mejor es decir, de entrada, que uno es analfabeto y dejar caer un hilillo de baba por las comisuras, al tiempo que se deja escapar una ventosidad.
A mí nunca me falla. Es por eso que no tengo novio, pero no tengo ni una deuda que no conozca.
Saludos.

Raul Melendreras dijo...

¡Joder, Como suena esto!
¿Cazorlo invitando a una cena?
I cant believe, para ser honesto
¡Estaba claro! panda de nenas
Que no era de valde este gesto
Y que pagariais con sangre de vena
Todo lo comido y lo puesto
En esa alicantina berbena.

Esta vez te has salvado
Por ir indocumentado
Pero te dara caza el depravado
Y pondras tu rubrica, ¡por descontado!

Este Cazorlo es un negociante
Y ahora sois sus putitas
Esto resulta Hilarante
Pues chocareis las colitas
Mientras pagais a cada instante
Cada una de sus copitas.

Buen trabajo Cazorlo
Les has clavado tu Mandorlo

Alejandro dijo...

Hola amiguito.
Esoy total y absolutamente de acuerdo con lo que cuentas en este pasaje tuyo, El contrato.
Sin embargo, y aunque reconozco que en un principio titubeé algo, acabé firmando sin dudas.
Que, ¿por qué? Pues porque el amigo Cazorlo aún no ha hecho nada para que desconfíe de él. Es por ello que no creo que dejara que el otro amigo nos engañara.

Un saludo a todos.

Paul Spleen dijo...

No te enfades, amiguito Alejandro, que lo de Alicanto me ha dado para una buena historia y nada más. ;o)

P.D.: Se agradecen tu comentario y tu HTML.