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miércoles, 3 de septiembre de 2008

El príncipe - Ο πρίγκιπας - Prens - Der Prinz

Los coleccionistas son de otra raza. Ya desde pequeños, suplen la vacuidad de la vida mediante la adquisición compulsiva de objetos. Y es que el fetichismo es bueno, digan lo que digan. Toda clase de coleccionismo implica un elevado concepto de la vida, una elegante atracción por la belleza efímera e inútil. Amigos, hermanos casi, me declaro coleccionista.


De pequeño coleccioné minerales de todo tipo, y tiene que haber pocos elementos de la tabla periódica que no estén presentes en los cajones de mi casa. Uno de los peores días de mi vida fue cuando se me cayó una caja donde guardaba muchos de ellos y se esturrearon por el suelo, indistinguibles para siempre unos de otros. Así siguen…


Los sellos siempre estuvieron ahí, aunque mi época de filatelista avezado pasó a mejor vida. No hace mucho que regalé mi colección de sellos de caballos. En su momento, con diez años, compré en Moscú muchísimos sellos de países comunistas que no solían verse por España; pero hoy, como entonces, siguen sin valer un duro, claro. Al menos son bonitos de ver…


Nunca me dio por el filumenismo o la glucosbalaitonfilia, pero sí coleccioné todo tipo de objetos pequeñitos y seres vivos que pudieran observarse al microscopio. Un día, me corté en el pulgar izquierdo al partir una abeja y, en un arrebato frankensteiniano, corrí a poner mi sangre en la placa del microscopio. Todo sea por la Ciencia, amigos.

La numismática y la notafilia tendrán un post aparte en el futuro, amenazo desde ya; pero estoy escribiendo éste para deciros una cosa: a partir de ahora, cuando viajéis al extranjero, no sólo me tendréis que traer billetes en estado plancha, como hace tan bien Alejandro; porque a partir de este viaje, declaro inaugurada mi colección de Principitos en varios idiomas.


        —¿Qué haces ahí? —preguntó al bebedor, a quien encontró instalado, en silencio, frente a una hilera de botellas vacías y una hilera de botellas llenas.
        —Bebo —respondió el bebedor, con aire lúgubre.
        —¿Por qué bebes? —preguntó el principito.
        —Para olvidar —respondió el bebedor.
        —¿Para olvidar qué? —inquirió el principito, que ya se compadecía de él.
        —Para olvidar que siento vergüenza —confesó el bebedor, bajando la cabeza.
        —¿De qué te avergüenzas? —indagó el principito, que deseaba socorrerle.
        —¡Me avergüenzo de beber! —terminó el bebedor, que se encerró definitivamente en el silencio.

lunes, 1 de septiembre de 2008

El lujo - Der Luxus

En una familia con cuatro Ramones, el santo es más importante que los cumpleaños. Ayer celebré San Ramón Nonato en un avión, brindando con espumoso seco en algún punto entre Colonia y Alicante.

  • Velocidad de crucero: 800 km/h
  • Altura del vuelo: 12.000 metros
  • Temperatura exterior: -54°C.
Tras el segundo sorbo, una amable señorita se acercó y me dijo: Ihr Toblerone kommt sofort; y creí ver la luz.

martes, 12 de agosto de 2008

El plan (2) - Plan (2)

Recién llegado de Zárágózá, y si Alejandra me lo permite sin hincarme el colmillo, voy a continuar dándole envidia al personal con la segunda parte de mi viaje agostil (la primera parte, aquí):



El día 26 saldré tempranísimo del hotelazo de Atenas para dirigirme, sin más, a Estambul, y toma Moreno. Básicamente, dos días enteros allí, excursión aérea a Esmirna y vuelta a Estambul, como podéis observar en el mapica que os pongo aquí mismo.


TURQUÍA (Türkiye)



Estambul (İstanbul)


¿Se puede ver Estambul en tres días? De nuevo, ya os lo contaré, pero hay cosas que no quiero dejar de hacer (la lista sería más amplia y admito sugerencias, por favor):
  • subir a la Torre Gálata para ver el skyline fanariota;

  • navegar al atardecer por el Cuerno de Oro;

  • pasear palmito por Ortakoy y ver el puente que cruza el Bósforo;

  • bufarme a sarma y a dolma;

  • ver por dentro el palacio Topkapı;
  • ver por dentro y por fuera Santa Sofía; y

  • darme una vuelta por el Gran Bazar.


Región del Egeo (Ege Bölgesi)


  • Para esta excursión turca, llegaremos en avión a Esmirna (İzmir), alquilaremos un coche y veremos un poco la ciudad moderna.

  • Seguro que vale la pena darse un palizón de kilómetros para darse un bañito vespertino en las terrazas calizas de Pamukkale, nombre que en turco significa «castillo de algodón».

  • Al día siguiente, habrá que dirigirse a Éfeso (Efes) y no perderse nada, a saber: la fachada de la biblioteca de Celso; la casa de la Virgen María, donde dicen que vivió con el apóstol San Juan tras la muerte de Jesús… Qué, ¿que no os lo creéis? Seréis incrédulos… Creeos al menos que aquí se encontraba una de las siete maravillas del mundo antiguo: el templo de Artemisa; pero ahora sólo queda una columna que han «reconstruido» con trozos de aquí y de allá. Un truño, vamos.



Vuelvo de Estambul el día 31, San Ramón Nonato, haciendo una escala de 5 horas en Colonia (Köln). No creo que me dé tiempo a nada, pero igual me voy a hacerme una foto en la Catedral y vuelvo rápido al aeropuerto.



P.D.: Parece ser que hubo un error de comunicación entre Juanico y yo, así que no me puedo ir a Cieza este año. ¿Qué quiere decir esto? En primer lugar, que no podré ser intérprete del grupo de turcas, como el año pasado lo fui de los uzbekos; y, además, que me perderé el concurso de lanzamientos de oliva = ;o) y :'o( al mismo tiempo.