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lunes, 20 de julio de 2009

La luna - القمر


AVISO
          Si no te crees que el Apolo XI llegara a la Luna en el 69 (con perdón), si crees que las comunicaciones se cortaron durante 97 segundos porque vieron platillos volantes, si crees que todo fue rodado por Stanley Kubrick y las fotos están trucadas, haz el favor de salir de aquí ahora mismo. Eres feo, y una deshonra para tu especie.

al-qamar. La carrera espacial comenzó el 12 de abril de 1961, cuando Yuri Gagarin se convirtió en el primer hombre que orbitaba la Tierra, es decir, el primer hombre que salía físicamente de nuestro planeta, miraba hacia atrás y veía una gigantesca bola azul y blanca.


Siete años después, el 21 de diciembre de 1968, el Apolo VIII fue la primera nave tripulada que orbitó la Luna: fueron los primeros seres humanos que vieron la Tierra desde lejos, como un astro más; y los primeros en ver la cara oculta de la Luna. Uno de ellos fue Jim Lovell, el astronauta que, años más tarde, comandaría el malhadado Apolo XIII.


¿Habéis oído alguna vez la comunicación entre Houston y el módulo lunar del Apolo XI mientras descendía? Armstrong pilotaba en modo manual, porque se había roto el piloto automático, y siempre me ha impresionado la calma de Aldrin enunciándole las lecturas de velocidad y altitud, mientras desde la Tierra les decían cuánto tiempo les quedaba de combustible. 60 segundos primero. Luego 30 segundos, y ellos como si nada. Normal que en Houston se les estuvieran poniendo las caras azules: Houston, Tranquility Base here. The Eagle has landed. Roger, Twank--Tranquility, we copy you on the ground. You got a bunch of guys about to turn blue. We're breathing again. Thanks a lot! El 21 de julio de 1969, mientras yo estaba aún en arroz y habichuelas, Neil Armstrong dio su pequeño paso sobre la superficie de la Luna. Edwin Buzz Aldrin, cuando bajó detrás de él, dijo por radio al centro de control de Houston: Pues para Neil habrá sido un pequeño paso, pero yo he tenido que pegar un buen salto desde la escalerilla. ¿A ver? Precioso. Una desolación magnífica… El paseo duró dos horas y media. Armstrong dijo que era mucho más fácil moverse en la Luna que en las simulaciones, pero tardaron en descubrir que la forma más cómoda de moverse era a grandes saltos, a zancadas. Tomaron fotos, recogieron 21 kg de rocas lunares y entraron de nuevo en el módulo lunar. Antes de quitarse el traje, rompieron sin querer el interruptor del motor de ascenso, pero Aldrin logró hacer un apaño con un rotulador. Después, durmieron siete horas a pierna suelta, posados en la Luna. Cuando despertaron, encendieron el motor y despegaron hacia la órbita lunar, hacia el módulo de mando, donde les esperaba el tercer miembro de la misión, el verdadero héroe: Michael Collins.


Porque no me digáis que no tiene mérito embarcarse en esta misión sabiendo que nunca vas a pisar la superficie lunar a pesar de estar tan cerca; siendo consciente de que tú vas a tener que quedarte en el módulo de mando, dando vueltas alrededor de la Luna, esperando a que tus dos compañeros vuelvan y te cuenten lo que se siente al caminar por un mundo nuevo. Y la frustración. Y la soledad, la soledad más absoluta que ha sentido nunca nadie desde Adán antes de Eva: Michael Collins pasó varias horas absolutamente solo en el espacio, completamente incomunicado cuando pasaba por la cara oculta de la Luna. Cuando Armstrong y Aldrin regresaban en el módulo lunar, Collins hizo una foto que ejemplifica perfectamente esta soledad: una foto en la que aparece toda la Humanidad menos él.


Diez hombres más pisaron la Luna en los tres años siguientes. El último fue Eugene Cernan, con el Apolo XVII, el 14 de diciembre de 1972. Hace exactamente 36 años, 7 meses y 6 días que no pisamos la Luna.



P.D.: No puedo hablar de la Luna sin recordar un monólogo del humorista Eddie Izzard. Lo he encontrado y me he molestado en subtitularlo deprisa y corriendo, sin darme cuenta de que el logotipo tapa algunas palabras y no ha quedado muy bien. En fin, digamos que he hecho cosas mejores. Siempre podéis verlo directamente en YouTube… ;o)


P.P.D.: Por cierto, todas las fotos de esta entrada están sacadas de The Big Picture.

martes, 7 de abril de 2009

La mentira - الكذب

al-kadb. En julio de 1518, una buena mujer se puso a bailar con inusitado frenesí en una calle de la ciudad de Estrasburgo. Hasta ahí, todo normal, porque tarados hay en todas partes, ya lo sabemos. El caso es que, una semana después, aún seguía allí bailando, y lo que es peor: se le habían unido 34 personas. Un mes después, ya eran 400. Sin saber por qué bailaban, con los rostros contraídos por la desesperación al ser conscientes de que no podían dejar de moverse, casi todos murieron de un ataque al corazón.


Ya en el siglo XX, en 1962, un alumno de un internado de Kashasha, en la actual Tanzania, contó un chiste cachondísimo en su clase. Cachondo tuvo que ser, porque los zagales no pudieron dejar de reírse durante más o menos un año, y contagiaron la risa a todo el que se encontraron. Durante estos meses, los habitantes del pueblo y algunas aldeas vecinas estallaban regularmente en carcajadas sin saber por qué, sin poder dejar de reírse, aunque muchos lloraban al mismo tiempo porque no podían respirar y les dolía horrores.


El tema de Ricky Martin y la Nocilla ilustra perfectamente un fenómeno parecido de histeria colectiva. Si es que ya lo dice House: todo el mundo miente. ¿A quién no le dijeron que era segurísimo que había ocurrido, porque un amigo lo había visto y lo tenía grabado? ¡Hasta había quien afirmaba que la Nocilla era la de dos colores! (La mejor, por otra parte.) Yo ni me acuerdo, pero lo mismo fui uno de los que dijo haberlo visto con sus propios ojos. Qué gran mentira, amigos.


Pues bien, aun siendo grande esa mentira, aun siendo una trola más falsa que Judas, os cuento todo esto para tirar por tierra uno de los mitos más arraigados entre los españoles de a pie, una engañifa como nunca antes se ha visto ni se verá, un magno embuste que podríamos resumir en el siguiente apotegma: las calles suizas están impolutas. ¡Pues un cojón de canard, amigos! Las calles de Ginebra y Lausana están atestadas de cigarros y papeles, y sufren de chiclosis como cualquier otro sitio. Lo siento, pero tenía que decirlo, porque hay que parar ahora mismo esta ignominia. ¿Por qué nos mienten? He ahí mi legado. Difundidlo.

sábado, 28 de febrero de 2009

La tradición - التقليد

at-taqlīd. En todo pueblo que se precie de tal nombre, sus habitantes deben tener motes. El panadero puede ser El Mixtos; el cura, El Gatuno; y el boticario, El Sepias. El origen de estos apodos se pierde en la Historia, pero suelen hacer referencia a alguna anécdota acaecida a un antepasado del portador del mote. Como sabemos de sobra, nihil sub sole novum: los romanos utilizaban estos motes como apellidos. Hoy os voy a hablar, muy brevemente y como excusa, de un romano al que llamaban El Garbanzos, que eso es lo que significa Cicerón.

Durante varios siglos, los romanos se preciaron de ser una República, un pueblo sin rey, una sociedad donde la ley estaba por encima de los individuos; pero, cada cierto tiempo, se vieron obligados a enfrentarse a un ciudadano romano que intentaba acaparar el poder y nombrarse dictador perpetuo, o sea, rey.

En el año 63 a. de C., un buen hombre llamado Marco Tulio Cicerón, a la sazón cónsul de la República romana (o sea, uno de los dos presidentes de Roma), se enteró de que otro miembro del Senado, de nombre Catilina, pretendía matarlo y hacerse con el poder. Con Catilina delante, Cicerón pronunció en el Senado un discurso dándole en el hocico. La primera frase fue Quo usque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?, que significa Catilina, te haces cansino, ¿no sabes? Un poco más adelante en el discurso, con Catilina levantándose y huyendo del Senado entre abucheos, Cicerón, ya indignado, gritó O tempora! O mores!, demostrando una vez más que los humanos siempre piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor y que, en todos y cada uno de los momentos de la Historia, siempre han pensado que las costumbres honorables del pasado se habían perdido.


Todo esto me lleva a deciros que, efectivamente, amigos, las boni mores nunca deben perderse. Por eso os anuncio solemnemente que he decidido continuar disfrazándome una y otra vez con el mismo atuendo de Chico Disco, a pesar de las críticas. Al que no le guste, que no mire. He dicho.

2004 - Murcia

Luchando contra Pocholo

2006

Con La del Río

2007

Dejándome adorar por las murcianas

2008 - Águilas

Homenaje a Máikol Jackson

2009 - S/C de Tenerife

Nuevas adoradoras

sábado, 29 de noviembre de 2008

La independencia - الاستقلال

al-istiqlāl. Queridos amiguitos, salgo de mi ostracismo canario para haceros una pregunta: ¿sois conscientes de las barbaridades que cometieron los franceses en Argelia? ¿Sabéis que hace menos de 50 años de estas barbaridades? ¿Sí? ¿No? Pues ahora lo vais a saber.

¿Sabíais que, entre 1830 y 1962, Argelia no fue una colonia de Francia sino que fue Francia? Argelia era un departamento francés más, en el que vivían cerca de un millón de colonos europeos: los llamados pies negros. Los argelinos de origen eran considerados ciudadanos de segunda: ni se respetaban sus derechos ni podían disfrutar de las mismas garantías sociales y judiciales que los pieds-noirs. Y esto, pues claro: no les hacía mucha gracia.

Durante la Segunda Guerra Mundial, coincidiendo con la ocupación alemana de Francia, los argelinos comenzaron a manifestarse y a protestar en voz alta. Muchísimos argelinos se enrolaron en el ejército galo y arriesgaron su vida para liberar a Francia del yugo nazi, pero cuando volvieron a sus hogares en Argelia al final de la guerra, esperando ser recibidos como héroes y una mejora notable de su calidad de vida, se encontraron con que las manifestaciones populares de 1945 en Argelia estaban siendo reprimidas por el ejército francés con una brutalidad extrema, mediante ejecuciones sumarias, bombardeos indiscriminados sobre la población civil y el uso generalizado de la tortura. En sólo 2 meses, murieron masacrados 200.000 argelinos (!), que se dice pronto. Repetid conmigo: dos-cien-tos-mil. Los más audaces podéis poneros a contar: uno, dos, tres,… y así hasta doscientos mil.

La guerra de independencia de Argelia, entre Francia y el Frente de Liberación Nacional argelino (FLN), se prolongó hasta 1962 y se cobró casi medio millón de vidas argelinas (repitamos otra vez si es menester: me-dio-mi-llón); pero un año antes, en la mismísima y modernísima Parí de la Frans, ocurrió lo siguiente: el 17 de octubre de 1961, el FLN convocó una manifestación pacífica para protestar por el toque de queda impuesto a los argelinos que vivían en la región parisina. La policía local de la capital francesa se dispuso a disolverla, así que, bajo las órdenes del jefe de policía, de nombre Maurice Papon, los amables gendarmes mataron a casi 200 argelinos en una sola tarde. Bueno, con la emoción del momento tampoco iba uno a pararse mucho en distinciones, así que también mataron a decenas de tunecinos y a varios portugueses que pasaban por allí, por si acaso. Al final, sin saber muy bien qué hacer con los cadáveres, los arrojaron al Sena. Que oye, bien mirado, les quedaba cerca. ¿Qué os ha parecido, amiguitos? En 1961, hace nada, y en París…

martes, 3 de junio de 2008

La meta - Цель

El 12 de abril de 1961, a las 7.07 de la mañana, hora española, un ucraniano llamado Serguéi Koroliov dijo por radio: «Le deseamos un buen vuelo. Todo va según lo previsto». Apenas un segundo después, con un par que le llegaba hasta el suelo, Yuri Gagarin tomó aire, cerró los puños y gritó Поехали! ('¡Vamos!').

El 3 de junio de 2008, a las 2.21 de la madrugada, hora española, el que suscribe estas líneas se encontraba viendo Eternal Sunshine of the Spotless Mind por segunda vez en 48 horas. Justo cuando Kate Winslet y Jim Carrey aparecen con su cama sobre una playa nevada, escuché en la oscuridad un ruido sobrenatural: algo chillaba en mi ventana, algo arañaba mi ventana con ahínco. La cortina me tapaba el origen del ruido, así que me levanté, encendí la luz, agarré una punta de la cortina, cogí aire y, al mismo tiempo que desvelaba el misterio, me infundí coraje gritando yo también ¡Payéjali!


Yuri Gagarin no tocó nada mientras ascendía. A pesar de que el vuelo del Vostok 1 era automático, el piloto ruso tenía al alcance de su mano un sobre con el código para gobernar manualmente la cápsula. 676 segundos después del despegue, entró en órbita sobre Siberia. El cosmonauta, sorprendido y emocionado a sus escasos 27 años, gritó: Земля голуба! ('¡La Tierra es azul!'). Entre las 7.49 y las 8.10, mientras el Vostok 1 sobrevolaba en diagonal el Pacífico Sur, cruzaba el estrecho de Magallanes y remontaba hacia Angola, Gagarin pasó la noche más corta de su vida: 21 minutos. Ya sobre Egipto, a 10 minutos de la reentrada en la atmósfera, uno de los módulos no se separó correctamente y quedó colgando de la cápsula esférica donde viajaba Gagarin, provocando que, en su descenso, comenzara a girar de forma descontrolada.

Yo tampoco toqué nada. Frente a mis ojos, un pájaro negro del tamaño de mi mano, uno de los que viven desde hace un mes en el tambor de la persiana de mi habitación, se había colado por un hueco y boqueaba en el alféizar de la ventana. Con el pecho aceleradísimo, atrapado entre la persiana y el cristal, con los ojos de reptil inyectados en locura, alternaba periodos de calma con explosiones de actividad: piaba vidriosamente, agitaba las alas y arañaba el cristal. Pensé en abrir la persiana y liberarlo, pero —oh fatalidad, oh tragedia shakespeariana— el mecanismo se lo han cargado estos mismos pájaros. Sorprendido y sobresaltado, con la misma edad que Gagarin, no grité ¡Semliá galubá!; me limité a musitar Este pájaro es tonto… Tras 3 ó 4 intentos de mover la persiana, decidí acostarme. Me han acompañado toda la noche los quejidos lastimeros y la agonía animal, así que me he levantado con una meta en la cabeza: salvar al pájaro. Me he acercado a la persiana y he tirado con fuerza del mecanismo. Tras mucho esfuerzo, ha cedido, ha subido de improviso y el resultado ha sido éste: el pájaro de ayer, simplemente, se ha caído a la calle; un nuevo pájaro que estaba junto a él y no sé de dónde habrá salido, se ha agarrado a la persiana y ha subido con ella hasta el tambor. No sé lo que ha pasado con él…


La fricción de la atmósfera incendia el módulo que había quedado enganchado y lo arranca, pero la cápsula esférica continúa rotando sin control. Tan cerca de su meta, envuelto en una bola de fuego que giraba cada vez más rápido, soportando entre 8 y 10 G —un airbag salta ante una fuerza de 3 G—, el cosmonauta ruso consiguió mantenerse consciente durante uno de los momentos más heroicos de la historia espacial. No sólo eso: mientras la cápsula cruzaba el Mar Negro girando a toda velocidad, con los huevos como pelotas de mármol y sabiéndose un héroe si sobrevivía, Gagarin llegó a telegrafiar al control de tierra: ¡Seguimos, seguimos! ¡Estoy bien! Conmocionado y al borde del colapso, el cosmonauta ruso fue eyectado de la cápsula a 7 km del suelo. Tras unos momentos de caída libre, sintió cómo se abría su paracaídas.



10.55 de la mañana, hora local. Dos colegialas, en la región de Saratov, al norte del mar Caspio, observaron pasmadas cómo caía del cielo, a gran velocidad a pesar del paracaídas, una bola metálica vacía de unos 2 metros de diámetro. La bola rebotó una sola vez y dejó un cráter.

11.05 de la mañana, hora local. Un granjero y su hija, en la misma región, presenciaron con terror cómo a escasos metros de ellos aterrizaba en paracaídas un humanoide que, inmediatamente, se dirigió hacia ellos. Asustados por su extraño traje naranja y el casco blanco redondo que le cubría la cabeza, echaron a correr, pero se frenaron en seco cuando el ser comenzó a gritarles: ¡No, no os asustéis! ¡Soy soviético como vosotros! ¡Tengo que encontrar un teléfono! ¡Tengo que llamar a Moscú!